viernes, 25 de diciembre de 2015

y además un cierto hastío de repetir los platos
las mismas coordenadas
porque no existe el cambio
y si acaso existiera
es porque hacen más ruido tus dientes al romperse
y este presentimiento
que no he llegado tarde
que la función apenas se pone interesante
pero su desenlace es más que previsible

yo soy el aguafiestas
y te cuento el final aunque me odies

yo soy el pesimista
y tengo en la saliva las balas del sarcasmo

lo ves
no he dicho nada
y los hechos aislados percuten y se olvidan
percuten y se oxidan
aunque no se detenga la oscura maquinaria
y vos sos más feliz con tus olvidos

me aburre repetirme
me aburren las palabras
me aburre tanto zombi
con celular y feisbuc
me aburre ser tan pocos y no encontrar el modo

en fin
yo soy el pesimista
pero no hay nada aquí que me sorprenda

jueves, 20 de agosto de 2015

pude citar al filósofo ecuménico
absorto
en domesticar rinocerontes
sus frases
ahora cuelgan de un cartel
con luces led
en la pared de viejísimos prostíbulos

es la misma estupidez de hace dos siglos

y era más sencillo
argumentar
pienso lo mismo
cuando la inundación te mojaba los tobillos

porque es imposible saber de las raíces
si nunca te rompiste las uñas escarbando
y cuánto más inútil hablar de la pared
sin la nariz sangrando ante el impacto

no pretendas que me atraigan tus bobadas

ve a venderle pañales a tu hermano

estoy hecho de un barro venenoso
soy conciente de la mierda que acarreo
y este barco ya no admite más basura

los que vamos en él
los postergados
los obligados a correr de alguna forma
siempre iremos en la dirección opuesta

no es difícil de explicar
apenas sueño
con poder
hoy o mañana
darme un baño

porque antes de vivir quise enterrarme
y aprendí a comer la tierra desde adentro

hoy no entiendo como es ser
sin ensuciarme

jueves, 13 de agosto de 2015

podría enumerar
la relatividad
del templo que erigiste
la piedra consistente que lo forma
son otras las secuencias y otras redenciones
los dioses de argamasa y el púlpito sin nadie
y el tiempo del desánimo
de la confrontación y el jubileo
una canción que ayer te emocionó se te hizo polvo
y los caminos pueden cambiar de dirección constantemente
cuando fuiste semilla
cuando fuiste milagro
cuando los corredores se aburrieron de tus pasos
cuando dejaste de enfrentar a tu enemigo

la búsqueda es como sed nunca saciada

y era más sencillo
debajo de la enésima pregunta no hubo nada
nada que responder
nada de nada
porque era menester creer en un fantasma
fundar la fortaleza       armar al centinela
y era más sencillo que cuanto imaginabas

ni irte ni quedarte en el rebaño
ni encarar ni escapar de aquellos miedos
ni ser más diferente
que lo eres
ni mentirte que el templo resistía

si no perdiste el tiempo
si no te empecinaste
si pudiste arrancarte de la piel el egoísmo
y bebiste en el silencio tus miserias
no prestes atención a estas palabras

el tiempo se hace cargo de las piedras

y a ti
y a mi
nos basta respirar para entenderlo

lunes, 27 de julio de 2015

me atrevo a pronunciar que aún no es tiempo
así me lo confirman
los que van descolgándose del día
los pálidos fragmentos
esquirla y munición de la granada
el ruido a hueso roto
su séquito de narcos y milicos
sus hordas con izquierdas y derechas
el circo de políticos imbéciles
iglesias de este dios de poca monta
y acólitos a sueldo
decrépitos batracios que van tachando números
jugando con tu vida y con la mía
me atrevo a repetir que aún ni vemos
este principio negro
las fauces incipientes del nonato
monstruo arrugado que apenas hace ruido
la bestia incongruente que mutila
y que criamos todos
de a poco
sabiéndolo
sabiéndolo
sabiéndolo

por eso está de más el lloriqueo
sé hombre de una vez
y sobre todo
hazte cargo
y entiende que se trata de algo horrendo
que asoma agujereándote las tripas
y que no quieres ver
porque bien sabes
que va a hacerte pedazos
cuando a su puto antojo se le antoje

aún no es tiempo      no
solo transcurre
el movimiento oscuro y torrencial de un falta poco
como un grano que jode
enorme
turgente
en el medio del culo de este mundo
y que nos va a cubrir de pus inmunda
cuando no aguante más y se reviente
mientras nos deshilacha la violencia
mientras nos hace pobres lo mezquino
mientras nos de placer pisar el cráneo
de quienes necesitan un abrazo
mientras demos por cierto ese camino
que lleva a un paraíso de hojalata

lunes, 6 de julio de 2015

así que te devuelvo tu viento de palabras
la mano que extendiste con temor
para sacarme
del pozo que no era
la frase alentadora
que nunca funcionó
y que plagiaste
porque
yo se el razonamiento del blindado
no entiende que no es dueño de las flores
no ve que solo vale como cierta
el agua que ha extraído de su hondura

pero estoy bien
yo miro el fuego del hogar y me sonrío
y puedo imaginar sin mucho esfuerzo
tu próxima baraja

y cada vez que digo mi silencio
me siento una palabra entre paréntesis
que quiere respetarte

por ahí se me ha olvidado alguna cosa
pero si la olvidé
será que era un capricho pasajero

por lo demás
mi piel
mi sentimiento
mi ternura
están en aquel puerto que soñaba
y ciertamente es fácil detenerse

no necesito más que valorarlo

tal vez corrí más rápido que tú
o por pensar demás nunca te alcance
pero no cambia nada del asunto

a la hora de jugarse las pelotas
vi que no había más
que un par de desgraciados
vi un vendaval absurdo de palabras
y vi una multitud corriendo ciega
hacia el mismo lugar de donde huían

pero al sentirme solo en plena noche
en medio del dolor y de los miedos
alguien tomó mi mano con firmeza
y se quedó conmigo
y caminamos

jueves, 28 de mayo de 2015

paso frente al puesto de los que venden mierda
y no les compro
allá tú si te dejas embaucar por el perfume
por el color traidor del artificio
o la palabra urdida con adornos
del que ha sido entrenado para el asco
y no es que me preocupe
que bebas con fruición esos orines
y no me quita el sueño
ver tu boca marrón y chorreteada
porque después de todo
después de tanto y todo
la libertad es ese vendedor
y quien demanda
y la verdad
a veces
una nube
con forma tan diversa
que no hay más de dos ojos que la vean

miércoles, 27 de mayo de 2015

y si sintiera el bien en forma clandestina
líneas de fuerza duras
rayando el vidrio ciego de un mundo sin ventanas
apenas el jadeo de cierta bestia inédita viciando las rendijas
un esbozo
una espora
algo
por favor
que me reduzca
y no me de el más mínimo lugar para jactarme
de cuanto dije antes
del triste vaticinio de estúpidos caníbales 

comiéndose entre sí
si entonces viera el carro
y viera el acarreo de alguna cosa limpia
y un perfume de nadie
para que todos hagan de su nariz un cáliz
si fuera lo que fuera
pero en definitiva
un poco
y verme haciendo arcadas con mis palabras ácidas
y un niño perforara de un balazo la nuca del escéptico 

que soy
desde hace tanto
me sentiría en paz
te lo prometo
me sentiría bien
quizás hasta feliz
de haberme equivocado

viernes, 8 de mayo de 2015

El Musicomaníaco de "El Pinar" - II


   Para mi sorpresa, aquella vez, se me encomendó musicalizar “La Fiesta de la Primavera”, un evento que organizaban los vecinos anualmente con el propósito de recaudar algún dinero que, con buen criterio, era invertido luego en la misma comunidad. De este modo se logró construir un salón comunal, se organizó una biblioteca, se consiguió la iluminación de las canchas de fútbol y  básket  y varios emprendimientos más que resultaría tedioso enumerar en detalle. No era un secreto para nadie mi pasión por la música, en primer lugar porque yo no hacía nada por ocultarla y, en segundo, porque era poco probable que, cada vez que dialogara con alguien, yo no arrastrara irremediablemente el tema que fuera hacia ese territorio que tanto amaba. De hecho más de una vez me descubrí envuelto en serios conflictos internos a raíz de esa empalagosa costumbre. Temía parecerme al “Arco de Tacuabé”, aquel antiguo instrumento musical de los charrúas que poseía una cuerda única. No obstante, todos sabían también que yo escuchaba música “rara”, como ellos mismos decían, por eso me sorprendió la designación. Como sea, creo que podía ingeniarme para sacar adelante la situación planteada, sin tener que recurrir a cierta música con la que no tenía mucha afinidad.
   Mentalmente hice una posible lista con canciones que podría utilizar para la ocasión y he de confesar que quedé bastante satisfecho. Después fue cuestión de organizar en segmentos las probables ocho horas en las que se desarrollaría la fiesta, descontando las actuaciones de los grupos que actuarían en forma directa.
   Siempre creí que cada canción tenía un color que la caracterizaba. No se trataba de ritmos, de simplificar el asunto en “lentas y movidas”, era algo más profundo y difícil de explicar. Cuando me tocaba hacer una selección para obsequiar o ante el pedido de algún amigo, sentía que tenía que moverme de la misma manera que un pintor, es decir combinando colores, buscando los matices, entrelazando los acordes como si se tratara de rayos de luz atravesando un diamante. Podía sentirlo, no enunciarlo. Siempre pensé, también, que la música era lo más parecido al alma y, desde esa base tan íntima, confeccioné y combiné las canciones que iba a emplear en el evento. Era una fiesta, por lo tanto sólo incluí música de colores vivos, brillantes, canciones como sonrisas pintadas sobre un lienzo que contemplarían cien oídos.
   Así, esa tarde de principios de octubre, en el predio que llamábamos “La Placita”, me senté frente a la consola de sonido, dispuesto a compartir mi pasión. Nadie había faltado a la cita. Era emocionante ver a la comunidad unida, no importaba la edad, no importaban las creencias, la comunión se originaba en el sentimiento de alcanzar algo bueno para todos y en ese punto  anidaba el espíritu que gobernaba la fiesta.
   Transcurrieron las horas y creo que mi tarea no distorsionó la celebración. Al menos eso decían los rostros que veía a mi alrededor. Me gustaba eso de pasar desapercibido, de entregar algo y recoger, a cambio, cosas que nadie va a decirte, pero que se perciben si miras más allá. Ese era mi sentimiento y, por lo tanto, íntimamente sentí que no lo había hecho mal.
  Como curiosidad, apenas ese tipo que yo no había visto nunca en el barrio y que se acercó con su saco negro y sus grandes lentes de culo de botella para decirme, en medio del sonido ensordecedor: “Te felicito…”
   Cuando quise agradecerle, ya me había dado la espalda y se alejaba en dirección al arroyo.
   La madrugada comenzaba a pintarrajear con tonos anaranjados el horizonte y,  en el arroyo, las almas iniciaban la danza vaporosa y fugaz de la ascensión.
   Don Felder y Joe Walsh, por enésima vez, nos conmovían con el solo de “Hotel California”.
...

martes, 5 de mayo de 2015

esta décima parte
la resaca
ceniza que se cae de mi memoria
como quien no lo nota
el rastro de babosa en la vereda
aire que apenas manifiesta
su viento horizontal
su coordenada
que suele ser lo poco que me importa

te dejo entre las manos dos palabras
y no tienes idea
en donde diablos guardo el diccionario
y crees que has estrenado la bandera
mientras me como el pan entre los trapos
que son mi identidad
y se retuercen
adentro
en un lugar inhóspito
inaccesible al fin
para tus pobres alas chamuscadas

a ver si un día de estos te despiertas
y ves que no me has visto ni la sombra

y hablas aserrín cuando me nombras
y lo que consideras es migaja
y lo que te fue dado conocer
es el sobrante
de un día miserable
que desandaba loco y aburrido

sábado, 18 de abril de 2015

jueves, 16 de abril de 2015

desde hace algunos años
procuro convivir con el absurdo

me resulta graciosa
la travesía inútil
que intenta el para siempre en los relojes

si por medir el tiempo
me basta respirar y dar un paso

me guardo las palabras
y tengo un pacto ardiente con mi alma
allí no necesito el enunciado
escribo desastrosos garabatos
en un dialecto austero
y me dejo caer en el espejo

me miro del revés
me juzgo y cambio

y dos o tres me entienden
y el resto forma parte de los restos

desde hace algunos años me fui volviendo otro

más lejos
más cerca
más sin nadie
y sin embargo lleno
de todo lo que alienta en la belleza

desde que rescaté de entre la mugre
un pétalo paciente
de la instintiva flor de la indulgencia

y que de mi depende

y que puedo la paz y la alegría

y nadie
pero nadie
absolutamente nadie
va a entrar sin mi permiso

sábado, 4 de abril de 2015

El Musicomaníaco de "El Pinar" - I



   Ante todo quiero aclarar que no soy un simple cronista de los hechos que ahora conocerán. Intentaré ser breve, lo prometo, y buscaré, en la medida de mis limitaciones, las palabras más cercanas a la realidad.
   Ubiquémonos, primero, geográficamente: orillas del arroyo Pando, El Pinar, hacia el norte. Digamos que en dirección opuesta al mar, allí donde se asientan las últimas casas y los médanos de blanquísima arena anuncian el comienzo del monte; más aún, monte adentro, la vegetación alardea con su exuberancia y el ámbito, entonces, se vuelve propicio para todo tipo de recreaciones al aire libre. No es extraño pues que, con frecuencia, se den cita en esa zona muchos campamentistas de diversas procedencias, ávidos por disfrutar de la belleza natural del entorno. De hecho, para nosotros, los que vivimos allí en forma permanente, estas personas son casi parte del paisaje que presenciamos día a día.
   Un atardecer, mientras caminaba tranquilamente por la orilla, termo y mate en ristre, me detuve a contemplar a un grupo de estos visitantes que chapoteaba alegremente en las aguas del arroyo. Me provocaba una especie de íntima alegría ver el disfrute de los jóvenes. En cierta forma, nosotros, los residentes, nos sentíamos un poco dueños del lugar. Y no con un sentimiento de posesión, al contrario, nos sentíamos privilegiados de vivir allí y de compartir ese pequeño paraíso con aquellos que  sabían valorarlo. Era un íntimo orgullo que nunca sería confesado porque, en definitiva, también nos alegraba que ese lugar no tuviera dueños.
   Justo sobre un alto médano, un muchachón de unos dieciocho años, ensayaba cómicas piruetas buscando la risa de sus amigos que lo miraban desde el agua. Llevaba unas bermudas de color fluorescente y un sombrero de paja que resultaba cómico de tan deteriorado. De pronto, el joven arrojó lejos el sombrero y, luego de un breve impulso, se dejó caer desde la altura hacia las aguas del arroyo, en un clavado perfecto. Cuando emergió comenzó a nadar hacia la margen opuesta de manera tal que llamó mi atención: sus brazadas eran seguras, respiraba con ritmo, sus movimientos eran sincronizados y desarrollaba una velocidad inusual. Evidentemente el muchacho era un eximio nadador pese a que, un rato antes, nadie hubiera dudado de que se trataba de un payaso. Sonreí ante ese pensamiento y decidí emprender el regreso. La noche comenzaba a derramar aceite quemado sobre el mundo…
   Al otro día, en el almacén, no se hablaba de otra cosa que de la presencia de prefectura en el arroyo. Alguien había visto un par de embarcaciones alrededor de la zona de campamentos.
Era indudable que había ocurrido un accidente.
   Para los que conocemos el arroyo, el hecho podía no ser novedoso. Si se trataba de una persona ahogada, no era la primera ni tampoco sería la última. El Pando es jodido detrás de su plácida apariencia. En su lecho se esconden trampas en forma de intrincadas raíces que, a veces, resultan fatales para aquellos que subestiman su peligrosidad.
   Finalmente el Isma trajo la noticia que ya todos los vecinos suponíamos: “Se ahogó un pibe en el arroyo”, dijo y agregó: “Todavía lo están buscando”.
   Tres días de búsqueda y nada, el cuerpo nunca fue hallado. Prefectura desistió y el tiempo se comió la historia. Ese cuento inconcluso de un joven que nunca conocí y que, sin embargo, me inundaba de tristeza. Siempre resulta difícil asumir las muertes ocurridas a temprana edad.
   Alguna vez, en las madrugadas del invierno, atravesando la niebla y contemplando la evaporación que emergía desde las aguas, se me ocurrió que esas tenues nubes eran las almas de los ahogados que subían, por fin, hacia un lugar mejor.
   Solo, sin mucho para hacer, viviendo en el lugar que elegí, lejos de un mundo al que declaré antinatural y tóxico, mis días transcurrían inmersos en la más profunda serenidad. Amo la música y gran parte de mi tiempo lo invierto en disfrutar de mis discos. Tengo cientos. Creo que ellos siempre se adaptan a lo que necesito, me rescatan, me elevan, me protegen, me cuidan. A veces toco la guitarra, sólo a veces, e invento alguna canción de poquísimos acordes y versos trasnochados que nunca nadie va a escuchar. Mi vida, sin embargo, así de sencilla, era tal cual yo la quería.
   Unos cuantos meses después del trágico suceso, involuntariamente, y sorprendiéndome a mí mismo, me encontré en una situación similar a la vivida antes del accidente del joven campamentista. Una vez más me descubrí a cierta distancia de un grupo de jóvenes que se divertían en el arroyo. Atardecía. La noche comenzaba a sombrear el paisaje.  Sentí un escalofrío al recordar lo acontecido. Miré al grupo y, acaso por intuición, miré hacia la margen opuesta. Detrás de unas rocas que habitualmente ocupaban  pescadores, creí ver un bulto que se movía lentamente, algo como una sombra, una silueta. La visibilidad no era la mejor, no obstante fijé la vista y me convencí que, efectivamente, había algo allí, tras las rocas, agazapado, ahora inmóvil, como esperando.
   Me quedé paralizado y terminé lentamente de fumar. Cuando verifiqué que la visión ya era incapaz de atravesar sombra y distancia empecé a desandar el camino que me separaba de mi casa, preocupándome en alejar cualquier idea descabellada que intentara ocupar mis pensamientos.
   Al otro día, en el almacén, se hablaba de dos nuevos ahogados.

...

sábado, 28 de marzo de 2015

me temo
que me perdí una parte del relato
que se cayó mi sombra en una esquina absurda
que tengo el corazón lleno de púas
y ahora poco entiendo
y juego a no entender las evidencias
por más que es una réplica infinita

el lujo llega a límites groseros
la misma vieja historia
tú vas detrás de lo que yo aborrezco
es el hedor de ayer en el agua estancada
en el tiempo estancado

la brújula del dios de los batracios gira en sentido inverso

me temo que estoy ciego
me temo que no entiendo lo que entiendo
o acaso es lo mejor que me sucede
para seguir creyendo en mi ceguera

no faltaré a la cita
por cada vez que quieras que me asome
no dejaré de lado los abrazos
aunque estos putos necios quieran cortar mis brazos
voy a saltar al fondo de todos los agujeros
y voy a abrir agujeros
para que entre luz
y aire
y algo nuevo

en tanto insistiré con mi alegría
durando desde mi pequeño tiempo
feliz de estar latente en tus recuerdos
mordiendo con cinismo algún versito
haciéndome el idiota
armado hasta los dientes con el alma

martes, 20 de enero de 2015