nunca fue necesario hacerse de la flor
debíamos quitarnos los andrajos
que te compró tu padre
que te puso tu madre
y la costumbre negra del invierno
así como es inútil robar de un manotazo
el amarillo triste
que arrasa tus pupilas en otoño
será pues la conciencia de nuestra brevedad
quien mueve las mezquinas ceremonias
entonces
nunca fue necesario hacerse de su cuerpo
para saber que puedes amarla eternamente
pues soy un pasajero
sentado a tu costado
y es preciso el silencio para mirar más limpio
como si nuestras manos olvidaran
el modo de aferrarse
y sólo comprendieran la caricia
nunca fue necesario pedirte nada a cambio
porque cuanto te di me completaba
y a cada vez que pude darte algo
sentí multiplicar lo que tenía
debíamos quitarnos los andrajos
que te compró tu padre
que te puso tu madre
y la costumbre negra del invierno
así como es inútil robar de un manotazo
el amarillo triste
que arrasa tus pupilas en otoño
será pues la conciencia de nuestra brevedad
quien mueve las mezquinas ceremonias
entonces
nunca fue necesario hacerse de su cuerpo
para saber que puedes amarla eternamente
pues soy un pasajero
sentado a tu costado
y es preciso el silencio para mirar más limpio
como si nuestras manos olvidaran
el modo de aferrarse
y sólo comprendieran la caricia
nunca fue necesario pedirte nada a cambio
porque cuanto te di me completaba
y a cada vez que pude darte algo
sentí multiplicar lo que tenía