quieto
de vidrio
indivisible
como ese viento seco
hundido en los agujeros del verano
inánime animal del desexilio
purgando
saldos rojos
urdimbres de volúmenes con cuentas
que nadie va a pagar
sino yo mismo
sino mi estetoscopio con ojeras
mi densa cerrazón
en los cuadernos
donde dejé los restos y costumbres
de aquellos
mis innúmeros cadáveres
es poco lo que queda por decir
cuando la vida pasa dando gritos
son ganas que se pierden frente al ruido
de la parafernalia de este circo
deseo
de un sitio sumergido en el silencio
donde no duelan tanto los latidos
y luego del dolor morder la tierra
y despertar vibrando en la memoria
de aquellos que aún están descuartizando
me vine a repetir porque me aturdo
porque me siento torpe en el negocio
de rasparme la piel hasta el abismo
me vine a repetir en las palabras
que cambio de lugar sin mucha suerte
porque no encuentro el modo de decirlas
me vine a repetir lo nunca dicho
porque me miran mal los que están mudos
y porque necesito algún testigo
que afirme que él también escuchó el eco
de vidrio
indivisible
como ese viento seco
hundido en los agujeros del verano
inánime animal del desexilio
purgando
saldos rojos
urdimbres de volúmenes con cuentas
que nadie va a pagar
sino yo mismo
sino mi estetoscopio con ojeras
mi densa cerrazón
en los cuadernos
donde dejé los restos y costumbres
de aquellos
mis innúmeros cadáveres
es poco lo que queda por decir
cuando la vida pasa dando gritos
son ganas que se pierden frente al ruido
de la parafernalia de este circo
deseo
de un sitio sumergido en el silencio
donde no duelan tanto los latidos
y luego del dolor morder la tierra
y despertar vibrando en la memoria
de aquellos que aún están descuartizando
me vine a repetir porque me aturdo
porque me siento torpe en el negocio
de rasparme la piel hasta el abismo
me vine a repetir en las palabras
que cambio de lugar sin mucha suerte
porque no encuentro el modo de decirlas
me vine a repetir lo nunca dicho
porque me miran mal los que están mudos
y porque necesito algún testigo
que afirme que él también escuchó el eco