sábado, 2 de febrero de 2019

por entonces ya urgía escapar como fuera
del cadalso que escancia agua oscura en el alma
y buscar un farol
no un rezago oferente de la luz mortecina
ni la cara de mártir adaptada al momento
porque usar esa ropa desprolija y austera
era solo un escudo
un ardid
artimaña
de quien lee en las paredes y comprende al ladrillo
no la raya difusa de un atroz manifiesto
sino el pulso maestro del carbón rechinando
el origen del arte    la expresión      lo debajo
y no ver qué decide la argamasa abrasiva
el deslinde del cuento
la agresión al cemento de las buenas costumbres

eso era hace siglos
cuando aún paladeaba el derroche del tiempo
y no había preguntas al mirar la ceniza

vale pues repetir que el innúmero pozo
no era más que el producto de mi tanta ignorancia

después algo despierta
y si cuentas de nuevo ya las cifras cambiaron
aunque no hablo de cifras
y una lágrima entonces puede ser la escalera
y el dolor los peldaños
y morir no es caer
sino el aprendizaje
de la urgencia de huír de las cosas que matan
y que se haga costumbre
renacer
cada tanto