sábado, 18 de abril de 2015

jueves, 16 de abril de 2015

desde hace algunos años
procuro convivir con el absurdo

me resulta graciosa
la travesía inútil
que intenta el para siempre en los relojes

si por medir el tiempo
me basta respirar y dar un paso

me guardo las palabras
y tengo un pacto ardiente con mi alma
allí no necesito el enunciado
escribo desastrosos garabatos
en un dialecto austero
y me dejo caer en el espejo

me miro del revés
me juzgo y cambio

y dos o tres me entienden
y el resto forma parte de los restos

desde hace algunos años me fui volviendo otro

más lejos
más cerca
más sin nadie
y sin embargo lleno
de todo lo que alienta en la belleza

desde que rescaté de entre la mugre
un pétalo paciente
de la instintiva flor de la indulgencia

y que de mi depende

y que puedo la paz y la alegría

y nadie
pero nadie
absolutamente nadie
va a entrar sin mi permiso

sábado, 4 de abril de 2015

El Musicomaníaco de "El Pinar" - I



   Ante todo quiero aclarar que no soy un simple cronista de los hechos que ahora conocerán. Intentaré ser breve, lo prometo, y buscaré, en la medida de mis limitaciones, las palabras más cercanas a la realidad.
   Ubiquémonos, primero, geográficamente: orillas del arroyo Pando, El Pinar, hacia el norte. Digamos que en dirección opuesta al mar, allí donde se asientan las últimas casas y los médanos de blanquísima arena anuncian el comienzo del monte; más aún, monte adentro, la vegetación alardea con su exuberancia y el ámbito, entonces, se vuelve propicio para todo tipo de recreaciones al aire libre. No es extraño pues que, con frecuencia, se den cita en esa zona muchos campamentistas de diversas procedencias, ávidos por disfrutar de la belleza natural del entorno. De hecho, para nosotros, los que vivimos allí en forma permanente, estas personas son casi parte del paisaje que presenciamos día a día.
   Un atardecer, mientras caminaba tranquilamente por la orilla, termo y mate en ristre, me detuve a contemplar a un grupo de estos visitantes que chapoteaba alegremente en las aguas del arroyo. Me provocaba una especie de íntima alegría ver el disfrute de los jóvenes. En cierta forma, nosotros, los residentes, nos sentíamos un poco dueños del lugar. Y no con un sentimiento de posesión, al contrario, nos sentíamos privilegiados de vivir allí y de compartir ese pequeño paraíso con aquellos que  sabían valorarlo. Era un íntimo orgullo que nunca sería confesado porque, en definitiva, también nos alegraba que ese lugar no tuviera dueños.
   Justo sobre un alto médano, un muchachón de unos dieciocho años, ensayaba cómicas piruetas buscando la risa de sus amigos que lo miraban desde el agua. Llevaba unas bermudas de color fluorescente y un sombrero de paja que resultaba cómico de tan deteriorado. De pronto, el joven arrojó lejos el sombrero y, luego de un breve impulso, se dejó caer desde la altura hacia las aguas del arroyo, en un clavado perfecto. Cuando emergió comenzó a nadar hacia la margen opuesta de manera tal que llamó mi atención: sus brazadas eran seguras, respiraba con ritmo, sus movimientos eran sincronizados y desarrollaba una velocidad inusual. Evidentemente el muchacho era un eximio nadador pese a que, un rato antes, nadie hubiera dudado de que se trataba de un payaso. Sonreí ante ese pensamiento y decidí emprender el regreso. La noche comenzaba a derramar aceite quemado sobre el mundo…
   Al otro día, en el almacén, no se hablaba de otra cosa que de la presencia de prefectura en el arroyo. Alguien había visto un par de embarcaciones alrededor de la zona de campamentos.
Era indudable que había ocurrido un accidente.
   Para los que conocemos el arroyo, el hecho podía no ser novedoso. Si se trataba de una persona ahogada, no era la primera ni tampoco sería la última. El Pando es jodido detrás de su plácida apariencia. En su lecho se esconden trampas en forma de intrincadas raíces que, a veces, resultan fatales para aquellos que subestiman su peligrosidad.
   Finalmente el Isma trajo la noticia que ya todos los vecinos suponíamos: “Se ahogó un pibe en el arroyo”, dijo y agregó: “Todavía lo están buscando”.
   Tres días de búsqueda y nada, el cuerpo nunca fue hallado. Prefectura desistió y el tiempo se comió la historia. Ese cuento inconcluso de un joven que nunca conocí y que, sin embargo, me inundaba de tristeza. Siempre resulta difícil asumir las muertes ocurridas a temprana edad.
   Alguna vez, en las madrugadas del invierno, atravesando la niebla y contemplando la evaporación que emergía desde las aguas, se me ocurrió que esas tenues nubes eran las almas de los ahogados que subían, por fin, hacia un lugar mejor.
   Solo, sin mucho para hacer, viviendo en el lugar que elegí, lejos de un mundo al que declaré antinatural y tóxico, mis días transcurrían inmersos en la más profunda serenidad. Amo la música y gran parte de mi tiempo lo invierto en disfrutar de mis discos. Tengo cientos. Creo que ellos siempre se adaptan a lo que necesito, me rescatan, me elevan, me protegen, me cuidan. A veces toco la guitarra, sólo a veces, e invento alguna canción de poquísimos acordes y versos trasnochados que nunca nadie va a escuchar. Mi vida, sin embargo, así de sencilla, era tal cual yo la quería.
   Unos cuantos meses después del trágico suceso, involuntariamente, y sorprendiéndome a mí mismo, me encontré en una situación similar a la vivida antes del accidente del joven campamentista. Una vez más me descubrí a cierta distancia de un grupo de jóvenes que se divertían en el arroyo. Atardecía. La noche comenzaba a sombrear el paisaje.  Sentí un escalofrío al recordar lo acontecido. Miré al grupo y, acaso por intuición, miré hacia la margen opuesta. Detrás de unas rocas que habitualmente ocupaban  pescadores, creí ver un bulto que se movía lentamente, algo como una sombra, una silueta. La visibilidad no era la mejor, no obstante fijé la vista y me convencí que, efectivamente, había algo allí, tras las rocas, agazapado, ahora inmóvil, como esperando.
   Me quedé paralizado y terminé lentamente de fumar. Cuando verifiqué que la visión ya era incapaz de atravesar sombra y distancia empecé a desandar el camino que me separaba de mi casa, preocupándome en alejar cualquier idea descabellada que intentara ocupar mis pensamientos.
   Al otro día, en el almacén, se hablaba de dos nuevos ahogados.

...

sábado, 28 de marzo de 2015

me temo que perdí 
una parte del relato
que se cayó mi sombra 
en una esquina absurda
que tengo el corazón lleno de púas
y ahora poco entiendo
y juego a no entender las evidencias
por más que es una réplica infinita

el lujo llega a límites groseros
la misma vieja historia
tú vas detrás de lo que yo aborrezco
es el hedor de ayer en el agua estancada
en el tiempo estancado

la brújula del dios de los batracios gira en sentido inverso

me temo que estoy ciego
me temo que no entiendo lo que entiendo
o acaso es lo mejor que me sucede
para seguir creyendo en mi ceguera

no faltaré a la cita
por cada vez que quieras que me asome
no dejaré de lado los abrazos
aunque estos putos necios quieran cortar mis brazos
voy a saltar al fondo de todos los agujeros
y voy a abrir agujeros
para que entre luz
y aire
y algo nuevo

en tanto insistiré con mi alegría
durando desde mi pequeño tiempo
feliz de estar latente en tus recuerdos
mordiendo con cinismo algún versito
haciéndome el idiota
armado hasta los dientes con el alma

martes, 20 de enero de 2015

jueves, 20 de noviembre de 2014

Supuesto

no busques donde debería estar
porque me he vuelto otro
cambiando
en la dulce ruptura del intento
y esto de no saber
o de saber que solo
soy una resultante del atajo
y que mi ropa apesta
con el perfume gris de la distancia
no es un buen presagio ni es seguro
no es que te esperé
ni es la certeza inmune del destino
yo rompí los faroles
borré las huellas
anduve dos mil pasos hacia atrás
sobre mis pasos
y toda aquella sangre ya está seca
son otras las esquinas
donde me persignó mi desamparo
y acaso sea un perro o un mendigo
la sombra que mañana te confunda

entonces es posible que ni ocupe
la más pequeña grieta de tu alma
que sea pasto seco en tu memoria
ladrido horizontal
en un pozo de noche intolerable
o puede que este tiempo derretido
nos junte en la mitad de una sonrisa
con cierta lucidez para entenderlo

domingo, 12 de octubre de 2014


miércoles, 13 de agosto de 2014

Informe

sería un nuevo informe
y el mismo descalabro

mi corazón no aprende a andar sobre la línea

ya no desaparezco de todos los lugares
porque no tengo sitio
ya no comprendo bien los actos de presencia
porque me desvanezco

porque la cosa espesa del caldo que se cuece
me provocó una arcada
y como me involucro
y como voy a tientas
prefiero los silencios y el desvanecimiento

a ver
no me reproches
o acaso tú me has visto reprocharte

tengo las certidumbres que prefiero
y me aprendí el camino de regreso

estoy más que aburrido de otros cuentos

de modo que estoy bien
te mando un beso
te tengo prisionero en un dulce recuerdo
y el resto poco importa
y el resto es cierta paz que me aletarga
y un paso que me acerca a la sonrisa

domingo, 16 de marzo de 2014

miércoles, 5 de marzo de 2014

Malalumno

me vuelvo a despedir tan lentamente
que no hace falta el aire
ni la textura dulce que impele la palabra
y así casi no duele la ruptura
el cambio radical
la voz en off del diablo de la noche
es algo parecido a los plañidos
de ranas en la zanja de esta calle
alguna brevedad
reptando malobien en lo sinuoso
y aquel perfume a madre y a gomina
así es como me cuenta mi mal cuento
y la parte más puta hace silencio
se calla mientras corre por la punta
y no levanta el centro
se excusa en todo el gris que acumulaba
se alisa el pantalón que huele a barro
y sale a resoplar su propia culpa

colgado de las uñas al trapecio
yo voy sobreviviendo sin receta

al cabo no me gusta ir a la escuela
me aburren las materias y los viejos

maestros con el dogma ferrugiento
y odio
más que nada
los recreos