martes, 14 de agosto de 2012

Desengañarse

habrá de ser así
hasta el sabor del gris de nuestra última gota
y alcanza con saber que cuanto fuimos
no era
aquello que creyó la egolatría
fuimos la flor durando su tiempo y su milagro
la suerte de los lapsos del perfume
mezclándose insistente
la danza en el azar de la ventisca
y luego la ruptura

y si lo piensas bien
todo el vacío
no es más que las preguntas que te has hecho
y no tienen respuesta
no es más que un tiempo herido y malgastado
en donde te olvidaste del principio

qué esperas
qué quieres preguntar que ya no sepas
o acaso aún conservas la esperanza
que tu cadáver tenga las respuestas

vivir
ese es el cielo
aquí debes fundar tu paraíso
y después de morir en la tormenta
-no una vez
sino las que sabés inevitables-
alzar las manos fuera de la tierra
y recobrar la vista y el aliento

pues si lo piensas bien
ya has conocido
el arte de iniciar la nueva vida
ya tienes en la piel las cicatrices
de cien resurrecciones
y apenas te ha quedado algo pendiente

que de una vez por todas no lo olvides