"Pero a los ciegos no les gustan los sordos
y un corazón no se endurece porque sí..."
mirando un fuego viejo
atrás
cuando aún ardían
las alas de otro ángel de otro sueño
y el pájaro estallaba contra el vidrio
y dios convulsionaba
como un pez en la red de mis preguntas
o no tan lejos
cuando te regalé la mayor parte
del saldo de sonrisas que guardaba
y te confié el secreto
de estar enamorado para siempre
del cielo que inventaron mis urgencias
se adhiere al paladar la crema helada
la noche
ahogándose en un túnel con abrazos
y el límite en el límite del beso
es un vidrio empañado
una caricia
que empieza sin querer a prender fuego
y olvida la intención que la origina
los labios y el temblor
amaneciendo
y el límite en el límite del sexo
qué tristes pueden ser los desencuentros
las almas en espejo
y los ojos vendados
tener la misma casa
y no saber llegar de un cuarto a otro
sentir gotear sin tregua los minutos
que no van a volver a predecirnos
qué triste no haber sido viceversas
no habernos permitido convencer
dejarnos de mirar
quedarnos solos
mentirnos hasta hoy
o hasta hace un rato
mirando un fuego viejo que crepita
un par de veces más
hasta callarse
y un corazón no se endurece porque sí..."
Patricio Rey
mirando un fuego viejo
atrás
cuando aún ardían
las alas de otro ángel de otro sueño
y el pájaro estallaba contra el vidrio
y dios convulsionaba
como un pez en la red de mis preguntas
o no tan lejos
cuando te regalé la mayor parte
del saldo de sonrisas que guardaba
y te confié el secreto
de estar enamorado para siempre
del cielo que inventaron mis urgencias
se adhiere al paladar la crema helada
la noche
ahogándose en un túnel con abrazos
y el límite en el límite del beso
es un vidrio empañado
una caricia
que empieza sin querer a prender fuego
y olvida la intención que la origina
los labios y el temblor
amaneciendo
y el límite en el límite del sexo
qué tristes pueden ser los desencuentros
las almas en espejo
y los ojos vendados
tener la misma casa
y no saber llegar de un cuarto a otro
sentir gotear sin tregua los minutos
que no van a volver a predecirnos
qué triste no haber sido viceversas
no habernos permitido convencer
dejarnos de mirar
quedarnos solos
mentirnos hasta hoy
o hasta hace un rato
mirando un fuego viejo que crepita
un par de veces más
hasta callarse