lunes, 2 de abril de 2018

el insufrible tedio de bajar
sabiendo de alimañas y escorpiones
reptando por encima de mis cosas

una rutina-aguja
drenando
gota a gota
sobre cada escalón de la pendiente
declive inobjetable y sempiterno

a cuenta de obtener más de lo mismo
y que si me aliviaba algún propósito
era un insulto inútil
un práctico anatema
desprecio o menosprecio
de parte de la tribu

entonces
qué carajos
por qué razón seguir escudriñando
expuesto a los olores de la mugre
con qué motivo válido alegrarme
cuando la peste hizo su tarea
y todas las orejas se pudrieron
y todas las miradas se blindaron
y todos los que quiero están dormidos

alguna vez creí que rescataba
una herramienta útil o un espejo
el brillo exiguo en piedras abisales
una ventana al sol
la rama verde
de un árbol que impedía los otoños
y no este triste agujero agujereado
que no contiene más que su vacío

y nunca va a ser fácil resumirte
cuarenta y pico de años de hombre-rana
buceando sin saber el resultado

excepto porque ibas a entenderlo

acaso es la razón del subterráneo
la búsqueda final hasta tus labios

y el símbolo más premonitorio
volver sonriendo al kilómetro cero