TRIP
Llevo dos libros tuyos conmigo, como si las
palabras que contienen fueran las que, en secreto, al oído me dijeras.
Tomo uno en mis manos, contabilizo los
segundos que tardo en abrirlo, lo comparo con el tiempo que tardo en llegar a
tus labios.
El tiempo es traicionero y la eternidad es un
sólo segundo.
Manifiesto la borrachera de letras en
pensamientos que nada tienen que ver con el contenido pero que, al mismo
tiempo, son parte de su origen. Inhalo el olor sepia de las páginas que, en
algún momento, tocaste, admiro la tipografía “Times New Roman” a la Remington
que, generalmente, rechazo, mientras una niña, detrás de mí, burbujea con el
móvil y alguien, más atrás, rompe el aire con la estridencia de un reguetón.
Si estuvieras aquí nos aferraríamos al
discurso escrito, entendiendo que el pensamiento puede más que la tontería de
moda.
Cierro los ojos, me abstraigo de la
circundancia y visito los lugares por donde viajamos cada vez que la palabra
nos abraza.
CLR