jueves, 23 de febrero de 2017

no me toca juzgar la dirección del riel
ni el número infinito de vagones
y menos advertir
y menos pronunciar
la mínima palabra
que es una gota de aire
en la respiración de cuanto ocurre

voy aprendiendo el silbo y el esquive
detenido detrás
del simultáneo asalto de pantallas
voy comprendiendo a tientas el dialecto
y escucho en otra parte
aquello que pronuncian los silencios

si donde estoy no hay vías
si decidí bajarme
si supe que ausentarme era mi viaje

apenas ese ruido del metal mintiendo estrellas
en la velocidad de la fricción
estela misteriosa de un segundo
bandera de las chispas de las ruedas

cierta lección de un libro impronunciable
debajo de un candil
de llamas harapientas
un pasajero inmóvil
rompiéndose los dientes contra el viento
donde la letra arrea escarabajos
inquietos escorpiones
arañas que se escapan hacia el alma

no me toca juzgar mientras resiste
bajo el caparazón
mi única paciencia
no me toca saber lo que no entiendo
pude sentir en mi más claramente
las letras explicadas con hormigas

y el tiempo nunca está a favor de nadie
y sigo siendo el dueño de mis pies
aquí no hay vías
y no voy a juzgar el recorrido
cada quien irá sabiendo a donde llega

yo me limito a ver el horizonte

viernes, 3 de febrero de 2017

y mientras el desfile
que regocija al dios de los idiotas
destila un aire infecto
y por desgracia o no
me ensucia la vereda
mientras la pirotécnica sonrisa
las pupilas de plástico
y las tetas de goma
le dan buenos motivos al violento
un gusto de aserrín seca mis labios
y escupo clavos viejos
y herrumbre de los días que presiento
ajenos
opuestos a la mínima reacción de mi silencio

mientras se vuelve célebre la nada
y se idolatra al cero
mientras alrededor
se están muriendo todos
y vos seguís hablándole de vos a un aparato
como si en otra parte alguien te escuchara
mientras el mundo quema las últimas escamas
y escribís porquerías
en un planeta que existe en tu pantalla
te queda tiempo aún para estar triste
por no poder comprarte los zapatos
 
soy el espectador de los agujeros
soy un mendigo ciego
que pide la piedad de algo que exalte
que espera se filtre por la ranura
no más que un breve lapso de luciérnaga
un hilo incandescente que visite
el mísero santuario que me queda

con los días contados
con pocas esperanzas de hallar algo de vos que me alimente
con todas las barajas a la vista
desnudo y aburrido
escribo el testamento de los pocos
como si en otra parte alguien me leyera