martes, 29 de diciembre de 2009

Andrajos

estas palabras son la ropa pobre
de aquella desnudez que me completa

bien sé que se merecen otra cosa
soy injusto
quizás pagan el precio a mi impericia
su luz se victimiza en mi torpeza
su clara voz deviene en balbuceo
y toda la belleza que originan
se trunca en los peldaños del intento

es la enésima vez que me descubro
buscando algún motivo valedero

y sueño con los ojos más extraños
mirando por detrás de los andrajos
y sueño en solitarias comuniones
que leen más allá de lo aparente

tal vez es la razón
o la mentira
para seguir luciendo estos harapos

domingo, 27 de diciembre de 2009

Te Espero

aquí te espero
tristeza
dolor
aquí te espero

que el pedazo de tiempo que me queda
no vuelva a regalarte otro segundo
que el mar que me devora
no entregue una burbuja de su espuma
en nombre de tus hijos asesinos

aquí voy a esperarte hasta que muera
cegado por el viento de la vida
aquí
mi pobre cuerpo
dispuesto a hacer pedazos tus mentiras
ha levantado un muro para siempre

no volveré a tu juego de murciélagos
no volveré a caer en tus pantanos
me sobra corazón para enfrentarte
me sobra dignidad
me sobran huevos
me sobran las razones y el coraje

aquí te espero
tristeza
dolor
aquí te espero
no vayas a dejarme con las ganas
de darte por el culo hasta que sangres

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Grito

no es la primera vez que siento la impotencia
hablar de algunas puertas que llevan al regreso
y sin embargo sigo
colgado al campanario
pateándote las chapas
haciendo un ruido absurdo
molesto
transversal
y que a primera vista
carece de sentido

tengo la sensación de pájaros heridos
que se van desgranando por el aire
y caen como clavos en tus sienes

no es la primera vez
que hablo con demonios
al ver tu pobre cielo despìntado

y puedo asegurarte
que no será la última

yo no sé mucho más que andar buscando

y soy
mal que me pese

apenas la resaca de mi grito

jueves, 17 de diciembre de 2009

ETI 17 - Desdemona - The Allman Brothers Band



 
Rain falls upon a sleepy southern town
The midnight moon burning brightly
Memories rush in like a river forlorn
As you lay sleeping without me
Highway song keeps me rolling on
Still I long for you

Desdemona, I will be your only one
Oh yeah

I make my living calling out my pain
Trying to make it through another day
Arms reach for me on the wind I can feel it
They're a thousand miles away
Yours eyes remind me of everything beautiful and blue
and I won't feel myself till I'm with you

Desdemona, I will be your only one
Oh yeah

So hold a candle till the darkness fades
Nigh time sleeps but not for long
My heart is pounding like the ocean
my soul's empty as the sky

But I know someday I'll be coming home
Time goes by in the twinkling of an eye
Still I pine for you


I just wanna be your only one
I just wanna be your only one
Your only one

DESDEMONA

La lluvia cae sobre una adormecida ciudad del sur
La luna de medianoche arde brillante
Los recuerdos corren como un río desamparado
Y tu duermes sin mi
Una canción me mantiene rodando sobre la autopista
Aún te añoro...

Desdemona,
seré sólo para ti

Me gano la vida gritando mi dolor
Trato de hacerlo cada día
Tus brazos llegan a mi sobre el viento y puedo sentirlos
Ellos están a miles de kilómetros de distancia
Tus ojos me recuerdan todo lo bello y azul
Y no voy a sentirme yo mismo hasta estar contigo.

Desdemona,
seré sólo para ti.

Así que mantén esa vela encendida
hasta que la oscuridad se desvanezca

El sueño de este tiempo nocturno no durará para siempre
Mi corazón pulsa como el océano,
mi alma está vacía como el cielo

Pero sé que algún día regresaré a casa
El tiempo pasa en un parpadeo
Aún languidezco por ti...

Desdemona,
Sólo quiero ser tuyo
Seré sólo para ti.

Un

habrá alguna manera
de repetir el agua
al menos el intento
contando los caballos de los días
pisando suelo hostil
apabullantes
el eco de un cuchillo
cortando los espejos

habrá la obstinación de algún idiota
queriendo traducir el almanaque
buscando entre las tripas
la sombra que está muda de palabras

y remontar un fuego de artificio
que nunca será más que su alarido

habrá quien resucite flores muertas
quien diga el laberinto y las avispas
el transeúnte loco
el ojo en otra parte
y su trabajo de malabarista

porque en el centro mismo de todos los calvarios
sobrevive el gusano
vestido de poeta

porque desde la usina que engendra los azufres
activa las alarmas
algún hijo bastardo
y un brillo de cordura asoma en el rebaño

habrá la pieza errónea que obstruya el mecanismo
habrá quien se resista al tránsito del odio
habrá dos ojos rotos
negándose a entender lo insoportable

no se me ocurren más combinaciones
para intentar violar la caja fuerte

habrá
tiene que haber
de lo contrario
no sueñes ni siquiera con morirte

porque ese es el consuelo del imbécil
que se habituó a vivir en la agonía

martes, 15 de diciembre de 2009

Pleamar

en los médanos
altos
de la orilla
la tarde
gota a gota
se derrite
se funde a fuego lento
en el áureo crisol de las arenas

viene el olor del mar
latiendo
trémulo
en las olas
vienen
maderos viejos
devueltos por el agua
un cuento sin contar
cuando atardece

todas las cosas rotas
que toca el mar se vuelven
recién amanecidas
guardadas
con fineza
en un cofre de espuma


pudiera imaginarte
entonces
descalza
deshilachando el agua
nacida de las algas
brillando con la piel
que pintan
de naranja
los ocasos

pudiera resumir en el silencio
las cosas que he soñado compartir

las pocas cosas

la vida sin la luz de escaparate

la noche enamorándose del mar

una fogata pobre
con ínfulas de faro

la roca resistiendo cada ola

el ruido del ignoto precipicio

pudiera repetirte sin errores
lo que me canta el mar en los oídos
pues sabes
más que nadie
lo que siento

y sabes que jamás te mentiría

y sabes
además
que no lo haría
si no existieras tú
para escucharme

viernes, 11 de diciembre de 2009

Priorizando

ven y dime cuáles son tus prioridades
necesito que me cuenten un buen chiste
desmenuza uno por uno los flagelos
que te impiden avanzar
los vericuetos
que te eximen de trayectos más abyectos
esos ojos
admirándote o midiéndote el coraje
la repulsa del que va en sentido opuesto
quien te anima a continuar hacia adelante
la ignorancia del imbécil que te ignora
quien aplaude o te desprecia la conducta

es difícil explicarte lo que pienso
reprobé la mayor parte de los cursos
y en verdad no tuve buenos profesores

además
recaí con hepatitis 13 veces
y los textos me aburrieron para siempre

pero no olvidé mi risa ni un momento
ni el sentido del humor
ni la ironía
necesito que me cuenten un buen chiste
ven y dime los parámetros que usas

habrá otros que al oírte se preocupen
pondrán cara de ocasión
y el frunceceño
mantendrán la seriedad que se requiere
se valdrán de las palabras adecuadas

es difícil explicarte lo que pienso
y quizás te suene poco interesante

pero aún te queda vida por delante

y si un día te haces tiempo y tienes ganas
en lugar de departir con los amargos
ven a verme no muy lejos de la playa
y te cuento algunos chistes que conozco

viernes, 4 de diciembre de 2009

Los Enanos

no olvido lo que fui

guardé en el corazón cada tropiezo
y tengo a mi servicio tres enanos
que bajan
cada tanto
a lo más hondo

revisan las oscuras bibliotecas
controlan con pasión el inventario
mantienen el catálogo vigente
y son insobornables

a veces
de observarlos tan neutrales
 temo que confabulen en mi contra

por eso
por ser dignos
y porque han inventado el mecanismo
que impide el despuntar de las traiciones
los oigo con respeto
atento a cuanto digan sus consejos
feliz de imaginarlos tan severos
sumiso a sus periódicos controles

no olvido lo que fui
por eso tengo dentro a mis enanos

primero quien acciona el pulsador
que activa la luz roja de advertencia

 al advertir errores conceptuales

el otro es quien enciende las alarmas
si ve que continúo en mal camino

quien resta
el pequeñín
el más terrible
cuando no queda margen ni escarmiento
comprueba que no existen más opciones
y me corrije el rumbo equivocado
pateándome en el medio de los huevos

domingo, 29 de noviembre de 2009

Colgajo

la luna de azafrán en plenilunio
derrumba la coartada de los ciegos

inútil esgrimir una defensa

no es suficiente el agua de los mares
para lavar la sangre en las paredes
y las palabras son como hojarasca
tuercen la dirección
vuelven al centro
a la matriz del monstruo que murmura
y hasta los ojos pulen la amenaza
dentro de sus esferas

el óvulo un erizo
esquivando los clavos
hasta que mary pierde la cabeza
fermenta un ser hostil
que come pan con musgo
veneno de alacrán
residuos del agravio
maldad que sólo sabe
decir intolerancias

la estirpe prolifera

con forma de espiral
en el sentido inverso
y esparce las esporas como agujas
como una droga oscura
polvo de tinta china

inútil esgrimir una defensa

tengo los dedos tiesos
y el corazón sombrío
y veo desprenderse lentamente
la brizna de cordura
de la que me aferré porfiadamente
por no caer al mar de la violencia

jueves, 26 de noviembre de 2009

Chicas Tuertas

ella piensa que juega
rocía la ensalada
con lágrimas postizas
se viste con la piel de algún naufragio
y atiza la silueta
la marca con esmero
a grandes pinceladas
furtivas
solapadas
valiéndose de azul fosforecente
porque en definitiva
implora la mirada de la víctima
requiere la atención del condenado
y su pequeño triunfo
consiste en el atuendo miserable
con que sustentará sus vanidades

la reina en el pretil de la mentira
amaga con saltar al precipicio
se excita provocando los suspensos
y así de repugnante es su carnada
y así
de tanto en tanto
aprende hechicería de mercado
le enseñan estrategia las ancianas
se instruye con un libro decadente
será educada para el pasatiempo

jamás va a apaciguar todo su hambre
jamás entenderá cómo es de inútil
querer llenar el alma con vacío

ella tiene su séquito de idiotas
y opciones suficientes
para matar en cuotas al payaso

a veces también piensa en ser distinta
cambiar sus convicciones en otoño
cuando hace frío adentro de la casa

pero esa es otra parte de la trampa

martes, 24 de noviembre de 2009

El Gusano Erudito - XVI

CANTO PRIMERO

(...)

Viejo océano de olas de cristal, te pareces, en las pro­porciones, a esas marcas azuladas que se ven sobre el dorso magullado de los grumetes, eres un inmenso azul aplicado en el cuerpo de la tierra: me gusta esta comparación. Así, a primera impresión, un soplo pro­longado de tristeza, que se creería el murmullo de tu brisa suave, pasa, dejando inefables huellas, sobre el alma profundamente conmovida, y, sin que siempre se advierta, evocas el recuerdo de tus amantes, los duros comienzos del hombre en los cuales tiene conocimien­to del dolor, que no le abandona jamás. ¡Te saludo, viejo océano! Viejo océano, tu forma armoniosamente esférica, que alegra la cara grave de la geometría, me recuerda demasiado los ojos pequeños del hombre, similares por su pequeñez a los del jabalí, y a los de las aves noctur­nas por la perfección circular de su contorno. Sin em­bargo, el hombre se ha creído hermoso en todos los siglos. Pero yo creo que el hombre sólo cree en su be­lleza por amor propio, pues en realidad no es bello y él lo sospecha; si no, ¿por qué mira el rostro de su se­mejante con tanto desprecio? ¡Te saludo, viejo océano! Viejo océano, eres el símbolo de la identidad: siem­pre igual a ti mismo. Nunca cambias de una manera esencial, y, si tus olas están en alguna parte furiosas, más lejos, en alguna otra zona, se hallan en la más com­pleta calma. No eres como el hombre, que se detiene en la calle para ver cómo se atenazan por el cuello dos dogos y no se detiene cuando pasa un entierro, que por la mañana es asequible y por la tarde está de mal hu­mor, que ríe hoy y mañana llora. ¡Te saludo, viejo océano! Viejo océano, no sería nada imposible que escondie­ras en tu seno futuros de utilidad para el hombre. Ya le has dado la ballena. No dejas adivinar fácilmente a los ojos ávidos de las ciencias naturales los mil secre­tos de tu íntima organización: eres modesto. El hom­bre se vanagloria de continuo, y por minucias. ¡Te sa­ludo, viejo océano! Viejo océano, las diversas especies de peces que ali­mentas no se han jurado fraternidad entre sí. Cada es­pecie vive por su lado. Los temperamentos y las con­formaciones que varían en cada una de ella, explican, de una manera satisfactoria, lo que al principio sólo parece una anomalía. Igual sucede con el hombre, que no tiene los mismos motivos de excusa. Un trozo de tierra está ocupado por treinta millones de seres hu­manos, pero ellos se creen obligados a no mezclarse en la existencia de sus vecinos, fijos como raíces sobre el pedazo de tierra contiguo. Descendiendo del grande al pequeño, cada hombre vive como un salvaje en su gua­rida, y raramente sale de ella para visitar a su seme­jante, acurrucado igualmente en otra guarida. La gran familia universal de los hombres es una utopía digna de la lógica más mediocre. Por otra parte, del espectá­culo de tus mamas fecundas se desprende la noción de ingratitud, pues se piensa en seguida en los numerosos padres, tan ingratos hacia el Creador, para abandonar el fruto de su miserable unión. ¡Te saludo, viejo océano! Viejo océano, tu grandeza material sólo es compa­rable a la medida que uno se hace de la potencia activa que ha sido necesaria para engendrar la totalidad de tu masa. No se te puede abarcar de una ojeada. Para contemplarte es preciso que la vista haga girar su telescopio con movimientos continuos hacia los cua­tro puntos del horizonte, de igual modo que un mate­mático, a fin de resolver una ecuación algebraica, está obligado a examinar separadamente los diversos casos posibles, antes de resolver la dificultad. El hombre co­me sustancias nutritivas, y hace otros esfuerzos dignos de mejor suerte para dar impresión de grueso. Que se hinche cuanto quiera esa adorable rana. Quédate tranquilo, nunca igualará tu corpulencia; al menos eso supongo. ¡Te saludo viejo océano! Viejo océano, tus aguas son amargas. Tienen exac­tamente el mismo sabor que la hiel que destila la críti­ca sobre las bellas artes, sobre las ciencias, sobre to­do. Si alguien tiene genio, se le hace pasar por un idio­ta; si algún otro es bello de cuerpo, se le hace un horri­ble contrahecho. En verdad, es preciso que el hombre sienta con fuerza su imperfección, cuyas tres cuartas partes son debidas a sí mismo, para que lo critique de ese modo. ¡Te saludo, viejo océano! Viejo océano, los hombres, a pesar de la excelencia de sus métodos, todavía no han conseguido, ayudados de los procedimientos de investigación de la ciencia, medir la profundidad vertiginosa de tus abismos, los cuales han reconocido inaccesiblemente las sondas más largas y pesadas. A los peces… les está permitido: no a los hombres. A menudo me he preguntado qué será más fácil de reconocer: la profundidad del océano o la profundidad del corazón humano. Con frecuencia, con la mano, de pie sobre los barcos, mientras la luna se balanceaba entre los mástiles de forma irregular, me he sorprendido, haciendo abstracción de todo lo que no fuera el objeto que perseguía, esforzándome por resolver ese difícil problema. Si, ¿cuál es más profundo, más impenetrable de los dos; el océano o el corazón humano? Si treinta años de experiencia de la vida pue­den, hasta cierto punto, inclinar la balanza hacia una u otra de esas soluciones, me estará permitido decir que, pese a la profundidad del océano, no podrá colocarse al ras, en cuanto a la comparación sobre dicha propie­dad, con la profundidad del corazón humano. He es­tado en relación con hombres que han sido virtuosos. Morían a los sesenta años y nadie dejaba de exclamar: «Han hecho el bien en este mundo, es decir, han prac­ticado la caridad: eso es todo, no es nada malo, y cual­quiera puede hacer otro tanto». ¿Quién comprenderá por qué dos amantes que se idolatraban la víspera, por una palabra mal interpretada, se separan, uno hacia oriente, otro hacia occidente, con los aguijones del odio, de la venganza, del amor y de los remordimien­tos, y no se vuelven a ver más, cada uno embozado en su solitaria soberbia? Es un milagro que se renueva cada día y que por ello no es menos milagroso. ¿Quién com­prenderá por qué se saborean, no sólo las desgracias generales de los semejantes, sino también las particu­lares de los amigos más queridos, aunque se está afli­gido al mismo tiempo? Un ejemplo incontestable para cerrar la serie: el hombre dice hipócritamente sí y piensa no. Por eso los jabatos de la humanidad tienen tanta confianza los unos en los otros y no son egoístas. Le queda a la sicología muchos progresos que hacer. ¡Te saludo, viejo océano! Viejo océano, tu poder es tan grande que los hom­bres lo han sabido a sus expensas. Y por mucho que utilicen todos los recursos de su genio… serán incapaces de dominarte. Han encontrado su maestro. Digo que han encontrado algo más fuerte que ellos. Algo que tiene nombre. Ese nombre es: ¡el océano! El miedo que le ins­piras es tal, que te respetan. A pesar de ello, haces dan­zar sus más pesadas máquinas con gracia, elegancia y facilidad. Les haces realizar saltos gimnásticos hasta el cielo y admirables inmersiones hasta el fondo de tus dominios que un saltimbanqui envidiaría. Bienaventurados aquellos a quienes no envuelves definitivamente entre tus plie­gues burbujeantes para ir a ver, sin ferrocarril, en tus entrañas acuáticas, cómo lo pasan los peces, y sobre todo, cómo lo pasan ellos mismos. El hombre dice: «Soy más inteligente que el océano». Es posible, es in­cluso muy cierto, pero el océano le causa más temor a él que él al océano: es algo que no es necesario com­probar. Ese patriarca observador, contemporáneo de las primeras épocas de nuestro globo suspendido, son­ríe piadoso cuando asiste a los combates navales de las naciones. He ahí un centenar de leviatanes que han salido de las manos de la humanidad. Las órdenes en­fáticas de los superiores, los gritos de los heridos, los cañonazos, es el ruido realizado a propósito para ani­quilar algunos segundos. Parece que el drama ha ter­minado y que el océano se lo ha metido todo en su vien­tre. La boca es formidable. ¡Qué grande debe ser ha­cia abajo, en dirección a lo desconocido! Para coro­nar al fin la estúpida comedia, que carece de todo interés, se ve, en medio de los aires, alguna cigúeña re­trasada por el cansancio, que se pone a gritar, sin detener la envergadura de su vuelo: «¡Vaya!… ¡la encuen­tro mal! Allá abajo había algunos puntos negros; he cerrado los ojos y han desaparecido». ¡Te saludo, vie­jo océano! Viejo océano, oh gran célibe, cuando recorres la so­lemne soledad de tus reinos flemáticos, te enorgulle­ces, con razón, de tu magnificencia nativa y de los jus­tos elogios que me apresuro a dedicarte. Mecido vo­luptuosamente por los suaves efluvios de tu lentitud ma­jestuosa, que es el más grandioso de los atributos con que el soberano poder te ha gratificado, en medio de un sombrío misterio, tú haces rodar por toda tu subli­me superficie tus incomparables olas, con el sentimiento sereno de tu poder eterno. Ellas se persiguen paralela­mente, separadas por cortos intervalos. Apenas una dis­minuye, otra, creciendo, va a su encuentro, acompa­ñada del rumor melancólico de la espuma que se des­hace para advertirnos de que todo es espuma. (Así, los seres humanos, esas olas vivientes, mueren uno tras otro, de una manera monótona, sin dejar siquiera un ruido de espuma). El ave de paso reposa, confiada so­bre ellas, y se abandona a sus movimientos llenos de gracia arrogante, hasta que los huesos de sus alas han recobrado el vigor preciso como para continuar la aérea peregrinación. Quisiera que la majestad humana sólo fuera la encarnación del reflejo de la tuya. Pido de­masiado, y ese deseo sincero te glorifica. Tu grandeza moral, imagen del infinito, es inmensa como la refle­xión del filósofo, como el amor de la mujer, como la belleza divina del ave, como la meditación del poeta. Eres más bello que la noche. Respóndeme, océano, ¿quieres ser mi hermano? Agítate con impetuosidad… más… todavía más, si quieres que te compare con la venganza de Dios; alarga tus garras lívidas y fráguate un camino en tu propio seno… está bien. Haz que rue­den tus olas espantosas, horrible océano sólo por mi comprendido y ante el que caigo prosternado de rodi­llas. La majestad de los hombres es prestada; no se im­pone: tú, sí. Oh, cuando avanzas, con la cresta alta y terrible, rodeado por tus repliegues tortuosos como por un cortejo, magnético y salvaje, haciendo rodar tus olas unas sobre otras con la conciencia de lo que eres, mien­tras lanzas desde las profundidades de tu pecho, como abrumado por un remordimiento intenso que no pue­do descubrir, ese sordo bramido perpetuo que los hom­bres tanto temen, incluso cuando te contemplan, es­tando seguros, temblorosos desde la orilla, y entonces veo que no tengo el insigne derecho de llamarme tu igual. Por eso, en presencia de tu superioridad, te da­ría todo mi amor (y nadie conoce la cantidad de amor que contienen mis aspiraciones hacia lo bello), si no me hicieses dolorosamente pensar en mis semejantes, que forma contigo el más irónico contraste, la antíte­sis más grotesca que jamás se haya visto en la creación: no puedo amarte, te detesto. ¿Por qué vuelvo a ti, por milésima vez, hacia brazos amigos, que se abren para acariciar mi frente ardiente, cuya fiebre siento desa­parecer sólo a tu contacto? No conozco tu oculto des­tino, pero todo lo que te concierne me interesa. Dime entonces si eres la morada del príncipe de las tinieblas. Dímelo… dímelo, océano (a mí sólo, para no entriste­cer a aquellos que no han conocido sino las ilusiones), y si el soplo de Satán crea las tempestades que levan­tan tus aguas saladas hasta las nubes. Es preciso que me lo digas porque me alegraría saber que el infierno está tan cerca del hombre. Quiero que esta sea la últi­ma estrofa de mi invocación. Por lo tanto, una sola vez más, quiero saludarte y darte mi adiós. Viejo océa­no, de olas de cristal… Mis ojos se humedecen de abun­dantes lágrimas, y no tengo fuerzas para seguir, pues siento que ha llegado el momento de volver con los hombres de aspecto brutal; pero… ¡ánimo! Hagamos un gran esfuerzo y cumplamos, con el sentimiento del deber, nuestro destino sobre esta tierra. ¡Te saludo, vie­jo océano!
(...)


Extraído del libro "Los Cantos de Maldoror", de Isidoro Ducasse -Conde de Lautréamont-

Big-Bang

el pájaro lineal
el rastro de sudor
la vibración de un grito licuándose en el aire
el movimiento tenue de membranas
los fuegos extinguiéndose en la hoguera

todo este corredor para el desgaste
para ir perdiendo fuerzas
como si sólo fuera cuestión de consumirse
como si pareciera
inútil
el latido
o fuera comparable
a un ruido intermitente de metralla

a veces me preguntas
qué pienso
qué acarreo
hacia la cárcel negra
qué cargo hacia los hilos de la araña
qué intento resolver ante lo absurdo
de un muro que bloquea la salida

supuestos de la gran egolatría
pensar
que el agua estará siempre a nuestro alcance
creernos
otra vez
una mentira

así desde el principio
errantes embusteros
jugando a postergarnos el mañana
apenas un puñado de energía
corriendo hacia el vacío
apenas desgraciados monigotes
creyendo sin creer la fantasía

lunes, 23 de noviembre de 2009

Crimen

ratas

ratas

reptan otra vez sus lenguas sucias sobre ti
y hay un sabor a nadie durando entre tus piernas
y la mancha de sangre
del pájaro que ha muerto
en un rincón de tu lecho tibio

siente
siente


llegas al dolor con un vacío de cenizas
y por ti
el día se marchita
tropieza el transeúnte
los ojos se derriten
y se nos cae de bruces
lo poco de honradez que nos quedaba

abajo

abajo

hacia donde caerá tu corazón
después que lo desprendan del anzuelo

viernes, 20 de noviembre de 2009

Náuseas

cuál será la palabra que puedo pronunciar
ahora que dialogo con los locos
ahora que hasta el más hijo de puta de los hombres
es un niño con hipo
un ciego que se da contra los vidrios
de hoteles cincoestrellas
qué puedo argumentar de mi cordura
cuando las prostitutas más putas son doncellas
cuando los harapientos vigilan su dominio
encima de un mercedes
y dios vende estampitas pornográficas
por un precio irrisorio
en la entrada ruinosa de la iglesia

sospecho que las cosas están rotas
y no sirve de mucho el menosprecio

y si no fuera así
qué poco importa
no estoy en condiciones de salvarme
ni en vísperas de hablar de la limpieza

así que no me sirve juzgar ni ser juzgado
no invento la canción que se supone
no miento la humedad de mis rincones
me trago sin pensar mi propio vómito

después escribo líneas paralelas

que las mires o no
es tu problema

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Pintorcito



carteles
nada más
pinto carteles

poco
para tanto que evitar

señales en caminos polvorientos

torcido trazo de agua
en la piel de una tarde con espinas

pésimos espantapájaros
carentes de esperanza

nada más

cartelería
de baja producción
sin consecuencias

caligrafía estéril
balas de cabotaje
estrofas
recicladas
con plegarias

carteles malpintados a destiempo
y justo cuando arrecia la miopía

martes, 17 de noviembre de 2009

Nuevo Mester De Juglaría - I

EDUARDO DARNAUCHANS
"Cápsulas"

El pobre Juan de Dios, tras de los éxtasis
del amor de Aniceta, fue infeliz.
Pasó tres meses de amarguras graves
y tras lento sufrir
se curó con copaiba y con las cápsulas
de sándalo midi.

Enamorado luego de la histérica,
Luisa, una rubia muy sentimental,
se enflaqueció, se fue poniendo tísico,
y al año y medio o más
se curó con bromuro y con las cápsulas
de éter de Clertan.

Luego, desencantado de la vida
(un filósofo sutil),
a Leopardi leyó y a Schoppenhauer
y en un rato de "spleen"
se curó para siempre con las cápsulas
de plomo de un fusil.


domingo, 15 de noviembre de 2009

Señal De Ajuste

sale la antesala
y donde había nada late un perro
con los colmillos rotos
y por la retaguardia
escapa una mujer pintarrajeada
porque no es conveniente que se sepa
que se acostó con dios
toda la noche

lo vi con estos ojos

así como a ese mago seduciendo
con vidrios de colores
a una multitud en blanco y negro

estando como estaba aquel reptil
de vértice sinuoso
alrededor del cuerpo tumefacto
del ser que
prontamente
almorzaría

y se te hará difícil darme crédito
pese a que no escatimo ni una foto

tal vez la misma historia fuera cierta
si no hubiera a la entrada
un caballero impávido
gentil
siempre sonriendo
vendiendo las entradas

y tú no fueras parte de la fila

Propuestas Para Antes De Dormir

quisiera proponer otro dialecto
otra forma de intercambio
discutir algún color
transar las hojas secas del otoño
modificar los miedos más profundos
por lámpara o ceniza

quisiera amortiguar la lluvia de la pena
con una luz perpetua al otro lado
del túnel
y con las manos llenas de colores
después de haber raspado las paredes
quisiera
algunos nuevos libros polvorientos
escritos por humildes campesinos
poemas sin sentido
que ayuden a saltar al precipicio
periódicos esféricos
donde poder jugar con las palabras
y resumir el hambre y la miseria
después de escarmentar al miserable

quisiera estar contigo a cada instante
vestirme con tu piel
y comprenderte
sólo para sentir que me mintieron
y no era tan remota la distancia

quisiera dibujar de a dos el mapa
que lleve al punto exacto del encuentro
borrar del diccionario la prudencia
ser discapacitados para el odio

y discurrir de pájaros pintados
sobre tapices viejos
y desarmar las piezas de este mundo
para que todos pierdan la cabeza

quisiera proponer otro paisaje
mirar desde el pretil de tu ventana
contarte lo que pienso y lo que siento
oír tu corazón libre de miedos

jugar hasta morirnos de cansancio
jugar hasta alcanzar la última noche
y descansar después
serenamente
porque otros jugaràn en nuestro nombre