Crimen Sollicitationis (en castellano "delito de solicitación") es una carta remitida en 1962 por el Cardenal Alfredo Ottaviani, Secretario de la Sagrada Congregación del Santo Oficio (actualmente "Congregación para la Doctrina de la Fe"), a "todos los Arzobispos, Obispos y otros Ordinarios locales, incluyendo aquellos de las iglesias católicas orientales". En el documento, la Congregación del Santo Oficio, fijaba los procedimientos que se debían seguir para afrontar casos de clérigos (sacerdotes u obispos) de la Santa Iglesia Católica Apostólica y Romana acusados de hacer uso del Sacramento de la Penitencia para llevar a cabo acercamientos de índole sexual con los fieles, así como los correspondientes castigos por estos actos. Además, dio instrucciones de que se siguiesen los mismos procedimientos en caso de denuncias de comportamientos homosexuales, pedófilos o zoófilos por parte del clero.
En los años sesenta, Joseph Ratzinger (Benedicto XVI) elabora un documento que es remitido a todos los obispos, donde explica el procedimiento para actuar en los casos de abusos sexuales del personal eclesiástico (incluyendo la pederastía). En él se establece que quien ha sufrido el abuso no puede hablar del caso, al estar bajo secreto de confesión. En 2001, Ratzinger reformula el documento, pero la única variación es que, ahora, es el Vaticano quien debe conocer y decidir sobre el caso. En esa época se habían denunciado numerosos casos de pederastía en EEUU e Irlanda. Se confirmó que los obispos habían protegido a los sacerdotes pederastas, y que los casos eran generales. El procedimiento era enviar al victimario a otro lugar, y obligar al silencio al abusado con la excusa del secreto de confesión y, en último caso, presionar y perseguir a quienes intentaran denunciarlo.
CRIMEN SOLLICITATIONIS - SKA-P