recibirás las cartas
que nunca te envié
un sinnúmero de cartas arrugadas
con remitentes ciegos
de espaldas a tu vida
latidos de un dialecto intermitente
hirviendo una leyenda a fuego lento
las cartas
las esquelas
la impericia
de un escribiente manco
que con su mano única
jugaba a presionar sobre el gatillo
sin animarse al grito del impacto
un aluvión de cartas
que nunca hubiera escrito
que nunca comencé a comenzarlas
que nunca merecieron la palabra
mil cartas con silencios y suicidios
en hojas de papel amarillento
contándote de cómo hubiera sido
hablándote de un tipo solitario
que no supo qué hacer con esa historia
un día
cualquier día
como una bala inútil
como un caparazón
como un agujero lleno de líquidos nocturnos
vendrás
y no habrá nadie
y cuando digo nadie
pronuncio un verbo estéril
vendrás
como si siempre
debiera estar aquí
contando cada muerto
y olvidas que me aburro fácilmente
que odio las goteras
y no me dan cobijo las palabras
un día
cualquier día
me cansaré de hablar por la mirilla
y arrancaré la puerta de sus goznes
y donde hubo un insecto repulsivo
clavado a un alfiler
habrá un espejo
y no te va a ayudar cerrar los ojos
de momento sólo tengo mi sonrisa
escuché cien mil palabras en mi vida
y hay tan poco que decir ante el silencio
vi una hilera interminable con ofertas
y no hay nada que elegir que ya no tengas
un planeta de hombres serios
y mujeres en conflicto
tramitando algún orgasmo
es tan fácil ser oveja o carnicero
es tan fácil encajar para ser otro
salto a veces
voy cambiando
casillero
y mi turno con los dados
me lo invento
es tan fácil ser un número correcto
tan sencillo que te vean como ellos
salto a veces
cuando el hambre
de ser yo
me lo demanda
y lo triste no es morirse cualquier día
lo más triste es no poder seguir jugando