sábado, 25 de octubre de 2008

Gris

el vidrio le escupió su propia cara
la puerta fue su cómplice
cuando perdió el sentido
y el ruido de las cáscaras
al desandar dos pasos la memoria
acabó por explicarle la tristeza
además
la música dolía como un cáncer
y eso que bebía
tenía el gusto gris de la ceniza

en otro tiempo
dijo
creyó que le sentaba la sonrisa

nadie lo vio salir aquella noche
y muy probablemente
nadie lo ha visto nunca

detrás dejó el acorde de algún tango
tiznando la pared descascarada del boliche