el juego de empezar
a comernos las bocas
el roce de la piel que nos orienta
colgando desde orión al infinito
y donde arrecia el mar
su ruido intermitente
que induce a la antesala del naufragio
querer entrar en ti
querer despedazarte
querer que me recibas en todos tus santuarios
es sólo un desvarío
un nudo de copiosa enredadera
y el sueño de no ser inexpugnable
las cárceles de piel que nos impiden
estériles paredes de concreto
y sin embargo es noche
y hay aguas subterráneas
en las que nos fundimos
un manantial tan hondo
que asusta si miramos hacia adentro
y en donde bien podríamos perdernos
y sin embargo es sólo
el único lugar
posible
para hallarnos
a comernos las bocas
el roce de la piel que nos orienta
colgando desde orión al infinito
y donde arrecia el mar
su ruido intermitente
que induce a la antesala del naufragio
querer entrar en ti
querer despedazarte
querer que me recibas en todos tus santuarios
es sólo un desvarío
un nudo de copiosa enredadera
y el sueño de no ser inexpugnable
las cárceles de piel que nos impiden
estériles paredes de concreto
y sin embargo es noche
y hay aguas subterráneas
en las que nos fundimos
un manantial tan hondo
que asusta si miramos hacia adentro
y en donde bien podríamos perdernos
y sin embargo es sólo
el único lugar
posible
para hallarnos