domingo, 2 de septiembre de 2018

la lluvia de tus ojos
degradaba
el muro de odio sólido
que más que protegerte te agobiaba
y resolviste estar
de espaldas a tu espalda
abrir todas las puertas
desnudo
desarmado
alerta en la intemperie criminal
sin miedo para siempre

entonces
las cosas se acoplaron a tu paso
la vida abrió sus libros para darte
la dulce enunciación de cada día
y fuiste sabio al fin
por un instante

desde esa madrugada
la esquina se olvidó de la amenaza
y pronunció la opción impredecible
supiste hacer del sol una alegría
creíste en el silencio como aliado

y cuando ya no usaste
el ruido de palabras sin sentido
oíste con el alma
empezaste a ser vos sin miramientos
y comprendiste que ese era el camino
y no pensaste más en el regreso