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"Cápsulas"
El pobre Juan de Dios, tras de los éxtasis
del amor de Aniceta, fue infeliz.
Pasó tres meses de amarguras graves
y tras lento sufrir
se curó con copaiba y con las cápsulas
de sándalo midi.
Enamorado luego de la histérica,
Luisa, una rubia muy sentimental,
se enflaqueció, se fue poniendo tísico,
y al año y medio o más
se curó con bromuro y con las cápsulas
de éter de Clertan.
Luego, desencantado de la vida
(un filósofo sutil),
a Leopardi leyó y a Schoppenhauer
y en un rato de "spleen"
se curó para siempre con las cápsulas
de plomo de un fusil.