
que compraría en cuotas
su traje de sirena
que inmolaría un sueño
detrás de sus andrajos
pensó que me bastaban sus palabras
o ese perfume rojo
con el que lubricaba la corteza
pensó
tan pobremente
como las tristes víctimas de antaño
que tanto festejaban
el acto de torsión de sus tenazas
e imaginó tan corto
tan ruin
tan miserable
bajo el caparazón que lo limita
que apenas pudo huír de mi zapato
ahora ha vuelto a andar sobre las rocas
buscando en la resaca
algún pedazo azul de carne muerta