miércoles, 16 de julio de 2008

Migrar

y sucede que el mar se olvidó de tu nombre
y no tiene sentido el olor del verano

y sucede que todo lo vivido recuerda
a botellas vacías
cuando acaba la fiesta

suelo andar por la orilla encontrando vestigios
signos verdes y rotos
enredados en algas
oceánicas nadas con la forma roída
esqueletos de pez
una llave herrumbrada
que no encaja en la puerta

inventé una mujer que de ti sólo tiene
el perfume distante
y la piel de la ausencia

ella nace y se muere
en el mismo momento que declina el crepúsculo

fui jurando olvidarte
condenar mi designio al reloj de las olas
arrancar de mis ojos el presunto naufragio

mi decreto de espumas
es un torpe instrumento
previsible e imbécil

o tal vez la estrategia para no deshacerme
de este rojo horizonte

o quizás la memoria de ese pájaro errante
que hizo nido en mi alma
y migró de tristeza
al llegar el otoño